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lunes, 12 de diciembre de 2011

Check!

Hoy fui al banco y no comí. Tengo 45 minutos para almorzar en la oficina y el BCP me los robó sentándome en una de sus sillas frente a plataforma 25, para luego atenderme en 10. 
Fui a sacar mi token, ese cosito que te deja hacer transferencias vía internet para ya no tener que quedarte sin comer estúpidamente en tu hora de refrigerio. 
Mientras esperaba que la señorita viniera con mi mini cajita azul con naranja, visualicé mi lista de pendientes en mi cabeza, cogí mi lapicero imaginario e hice (mientras lo decía también en voz muy baja) un "check" junto a "Sacar token".

El bendito token era algo que debí haber sacado desde que pertenezco a la PEA de este país y para ironías de mi vida en 3 de 5 trabajos me han depositado mi sueldo en el mismo Banco. Asi que fue un bullet menos, del cual me sentí orgullosa de deshacerme.

Mientras estaba ahi sentada decidí tantear a la chica que me atendía y le expliqué cual era mi situación con ellos ahora. Ella fingió sorpresa, porque era evidente que cuando ingresó mi DNI le salió una nubesita a la derecha que decía "es Carla, tenemos guardada su alma en nuestra sede de Morelli, junto a sus inmensas ganas de ser feliz". Y le pregunté si era posible que re definiera mi deuda y mis cuotas. Ella me preguntó de frente cuanto ganaba, haciéndola lenta, le respondí, "¿Bruto y sin descuentos?" me dijo, le contesté que si. Entonces presionó un par de letras y números en su teclado y me dijo muy entusiasta: "claro que puedes" y pasó a detallarme una lista de documentos que debía presentarle en estos días. 
En ese momento dejé de escucharla, retrocedí a ese punto exacto de mi vida, donde sujeté por primera vez entre mis manos esa tarjeta plateada VISA, la llevé a mi yugular y sin pensarlo dos veces acabé con mi bienestar económico y mi estabilidad financiera. "Con eso sería todo y ya comenzarías a pagarnos a partir del siguiente mes de procesado el cambio", me dijo sacándome de un tirón de mi alucinada suicida y presentándome con mi nuevo panorama bancario.

Ponerle "check" a ese bullet sería como volver a nacer. Sería como quemar mi libro de malas decisiones y danzar sobre sus cenizas, sería como adjuntarle a mi hermana el archivo de soporte que sustente mi mail que diga: "mira, ya maduré". Sería como graduarme en esta etapa de mi vida, a los clasicones 25 años, para comenzar otra realmente en serio. Sería lograr el añorado borrón y cuenta nueva. Lo sería todo.

Salí del Banco y sentí que pesaba menos. Mis zapatos oficinescos sonaban más fuerte contra el pavimento mientras caminaba y pude visualizar mi próximo año libre al 100% de deudas  y excels imaginarios atormentándome antes de dormir. 
Pude verme reducida a mis gastos fijos mínimos de todos los meses y sin angustiarme a 10 días de llegar los 30. Dándome gustitos cuando los quisiera y llevando por fin una vida tranquila y sin angustia. Entré al Starbucks de esa misma calle a comprarme algo que comer. El chico de la caja me miró y me dijo "¿Deseas también llevarte algo para tomar con tu pedido o un postre quizás?", "Las dos cosas" le respondí sonriéndole, "esta vez el almuerzo me lo paga el BCP".


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