Recuerdo que cuando éramos amigos siempre me
reclamabas un post. Me pedías explicaciones del por qué mencionaba a otras
personas todo el tiempo o las invocaba entre líneas y tú no aparecías ni
siquiera como una referencia a pie de página.
Siempre pensé que el día en que acordemos
matar a esos chicos que éramos y cerrar la tapa de nuestro libro de amistad, me
sentiría inmensamente triste y vacía… pero no es así. Tampoco quiero que
pienses que te dedico un post justo ahora como una forma de burlarme de ti
(siempre fuiste bien dramático y negativo con tus pensamientos, así que vale la
aclaración). Creo que básicamente me nació de la nada, luego de este “cierre”
que me obligaste a tener vía correos.
Siempre fuiste bueno obligándome a hacer
cosas. Fuiste el único ser sobre la tierra que logró inmunidad ante mi
capacidad por cancelar toda salida que juro con el corazón, voy a cumplir.
Desarrollaste una estrategia basada en el cansancio y el hartazgo… que me era
imposible revertir y de alguna manera siempre terminaba yendo a donde querías
que fuéramos, a reuniones increíblemente lejos, increíblemente largas y algunas,
increíblemente aburridas. Pero qué rayos, ya estábamos ahí metidos y al menos había algo que tomar.
Así me vi más de 30 películas, gasté
millones en canchita, en teatro, en comida… Tú gastaste otros millones en taxi,
en cerveza y en recargas de celular para multiplicar SMS. Y debo agregar que
nunca en mi vida, he vuelto a caminar tanto por ningún hombre sobre el planeta,
para que se compre un par de medias.
Ha llegado a mis oídos que estás bastante
cambiado, que pareces otra persona, que si no fuera porque aún mantienes la
barba… dudarían que eres tú. A mi me bastarían los mismos 3 segundos que me
bastaron la última vez, para reconocerte y tener la capacidad de reacción veloz
para girar 180° y evitar saludarte (pero no que me vieras).
Si tuviera que agradecerte algo, sería que
me hayas sacado de la caja en la que vivía antes de tener que enterarme que
existías. Y el haber tenido una amistad tan de puta madre como la que tuve contigo.
No, si realmente quieres oírlo, nunca más
existió un amigo como tú, hubieron unos cuantos que parecían alucinantes… pero
terminaron siendo igual de pasajeros y fugazmente importantes como un trance de
marihuana. Tuvieron su momento y ahora no queda ni la sensación de hambre o las
ganas de seguir fumando…
Gracias por ser lo que fuiste y gracias ahora
por no estar más. Sé que si alguna vez nos cruzamos en uno de esos bares que
nos solían vacilar… ninguno se moverá un centímetro por provocar un encuentro
cercano o un saludo fingido, está bien que nuestra amistad no exista más, pero
cómo odiábamos esa mierda.
Que seas infinitamente feliz, Martín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario