Seguidores

lunes, 18 de noviembre de 2013

tía primeriza

Hoy de casualidad leí el post que te dediqué por tu 1er añito y me vi a mi misma completamente diferente. 
Como tía, me has hecho creer muchísimo. A golpes, literalmente, pero siempre apreciaré tu mano rígida. 
En estos casi ya 3 años aprendiendo a ser una buena tía, he desarrollado 2 nuevos pares de ojos (en la nuca y uno en cada perfil), mi destreza para cambiar pañales en segundos llegó a ser fuera de este mundo y mi cerebro guarda repertorio a elegir de Doki, la Miss Rossi, Pocoyó, Backyardigans y la Doctora Juguetes.
Puedo ubicar videos en Youtube en tiempo récord y mi celular ya no me acepta bajar más aplicaciones por todos los videos tuyos que tengo y aún descargados en mi laptop, me rehúso a eliminar.

Reconozco que no soy de esas tías que te visitan dejando un día, que tampoco eres de esas sobrinas que cuando me ve a lo lejos corre en cámara lenta hacia mis brazos y me tienes acondicionada a que cada vez que quiera darte un beso o abrazarte, debo preguntarte si puedo y esperar tu "ya".
Ambas sabemos que compenso mi ausencia con regalos cuando voy a verte, que mis visitas son casi como de médico y que tu madre me castiga emocionalmente cada vez que teniéndote en brazos te dice: "Mira hija, es tu tía pródiga". Pero aceptémoslo sobrina, Diosito te hizo tan parecida a mi como pudo y no nos vamos a poner a discutir que esa actitud manipuladora y desenfadada, no se la sacaste ni a tu madre, ni a tu padre.

Recuerdo que de chiquita odiaba a una de mis tías, porque cada vez que cruzaba el lumbral de mi casa era sinónimo de invasión y asfixia. Era imposible sacármela de encima y no había regalo suficientemente grande para justificar su hostigamiento emocional. Ahora, karma aparte, cada vez que te veo (aunque intento seguir el procedimiento de pedirte permiso antes) podría apachurrarte tanto que por ratos me aseguro que no estés volviéndote azul por mi culpa y escapo con las justas de tus manos en posición de furia, por la rabia ante tal acoso.


Eres linda, bonita y posiblemente la bebé con más actitud e inteligencia que he conocido en mis casi 28 años de vida. Eres encantadoramente arrebatada, tienes el genio de una señora de 13 hijos con sueldo mínimo y sacaste la "dulzura" de tu madre y lo "excesivamente risueña" de tu padre. Eres hermosa y para mi, habría que vestirte toditita de wayruro porque el mundo entero envidia tu belleza. Eres una actriz innata y si no fuera porque está prohibido que los menores de edad trabajen, podrías dar clases del Cómo hacer un berrinche de magnitudes épicas, sin irritarse la garganta y vomitar en el intento
Eres la razón por la que todos los Alvarez nos hemos vuelto 10 años más jóvenes, bebimos el brebaje de la eterna vitalidad y el verte (aunque sea en foto) es como meternos un shot de felicidad extrema, sin haber comido antes.

Últimamente me he estado preguntando, qué haré si en los próximos meses mi hermana decide encargarte un hermanito... Y es que no me imagino, en primer lugar (y creo el más importante), cómo demonios podrías tomar semejante noticia y en segundo lugar, y la razón de mis insomnios, cómo podría hacer para expandir mi corazón hasta el punto en que quepe más amor del que ya abarcas tú con todos tus encantos, con tus fotos y tus juguetes... Entonces regreso al primer punto de este post, cuando apenas tenías un día de nacida, mi vida era un absoluto desastre, no traía un sol en el bolsillo y ni idea de qué demonios hacer con mi vida... Pero ahi estabas tú, detrás de esa luna con tu primer pijama y recién bañada, odiando al mundo, el frío, la bulla y a la enfermera. Toda perfecta y con tu baguette bajo el brazo y tu ceño fruncido. 

Entonces me respondo a mi misma, que no solo habrá el suficiente espacio para quererlos a los dos a la vez, sino que sobrará lugar como para que lo sigas llenando con lo que se antoje sobrina, con berrinches de adolescente, azotes de puerta, dilemas existenciales y hormonas... muchas, muchas hormonas.



jueves, 7 de noviembre de 2013

Closer

Recuerdo que cuando éramos amigos siempre me reclamabas un post. Me pedías explicaciones del por qué mencionaba a otras personas todo el tiempo o las invocaba entre líneas y tú no aparecías ni siquiera como una referencia a pie de página.
Siempre pensé que el día en que acordemos matar a esos chicos que éramos y cerrar la tapa de nuestro libro de amistad, me sentiría inmensamente triste y vacía… pero no es así. Tampoco quiero que pienses que te dedico un post justo ahora como una forma de burlarme de ti (siempre fuiste bien dramático y negativo con tus pensamientos, así que vale la aclaración). Creo que básicamente me nació de la nada, luego de este “cierre” que me obligaste a tener vía correos.

Siempre fuiste bueno obligándome a hacer cosas. Fuiste el único ser sobre la tierra que logró inmunidad ante mi capacidad por cancelar toda salida que juro con el corazón, voy a cumplir. Desarrollaste una estrategia basada en el cansancio y el hartazgo… que me era imposible revertir y de alguna manera siempre terminaba yendo a donde querías que fuéramos, a reuniones increíblemente lejos, increíblemente largas y algunas, increíblemente aburridas. Pero qué rayos, ya estábamos ahí metidos y al menos había algo que tomar.
Así me vi más de 30 películas, gasté millones en canchita, en teatro, en comida… Tú gastaste otros millones en taxi, en cerveza y en recargas de celular para multiplicar SMS. Y debo agregar que nunca en mi vida, he vuelto a caminar tanto por ningún hombre sobre el planeta, para que se compre un par de medias.

Ha llegado a mis oídos que estás bastante cambiado, que pareces otra persona, que si no fuera porque aún mantienes la barba… dudarían que eres tú. A mi me bastarían los mismos 3 segundos que me bastaron la última vez, para reconocerte y tener la capacidad de reacción veloz para girar 180° y evitar saludarte (pero no que me vieras).

Si tuviera que agradecerte algo, sería que me hayas sacado de la caja en la que vivía antes de tener que enterarme que existías. Y el haber tenido una amistad tan de puta madre como la que tuve contigo.
No, si realmente quieres oírlo, nunca más existió un amigo como tú, hubieron unos cuantos que parecían alucinantes… pero terminaron siendo igual de pasajeros y fugazmente importantes como un trance de marihuana. Tuvieron su momento y ahora no queda ni la sensación de hambre o las ganas de seguir fumando…

Gracias por ser lo que fuiste y gracias ahora por no estar más. Sé que si alguna vez nos cruzamos en uno de esos bares que nos solían vacilar… ninguno se moverá un centímetro por provocar un encuentro cercano o un saludo fingido, está bien que nuestra amistad no exista más, pero cómo odiábamos esa mierda.


Que seas infinitamente feliz, Martín.