Mi punto fuerte nunca ha sido ser una buena amiga, hago lo que puedo, pero sé con completa seguridad que podría hacerlo muchísimo mejor. Gracias a Dios, y porque solo él debe pensar que me lo merezco, tengo (y por consecuencia de mis actos) pocos amigos, pero que valen como medio millar y del tipo: A recontra 1 mega VIP con escarchita en los bordes, casi santos, épicos, anormales.
Anormales porque con los años han aprendido a quererme a pesar de mi extraña forma de querer, de mi actitud radioactiva ante el drama, de mis problemas para expresar amor físicamente, de mi sarcasmo y mi filosofía por "dejarte ser" que en verdad cualquier mortal podría interpretarlo como un "me vales 3 madres" pero ellos no, ellos saben leer entre mis conflictivas líneas, saben cuanto los quiero y me esperan justo después de mis puntos aparte.
Hace poco una de ellas me dijo: "mis amigos los puedo contar con los dedos de una mano, tú tienes la suerte que al menos necesitas las dos". Y es verdad, el año pasado estuvo lleno de sorpresas para mi, de esas que son como las olas enormes que a veces se arman cuando estás en el punto medio entre el casi tsunami y la orilla donde está tu mami gritando horrorizada "oooolaaaaaa!". De esas donde así te estés orinando del miedo, sabes que lo único que se tiene que hacer es correr con todo el pique que puedas hacia la ola misma para zambullirte debajo y sobrevivir, sino te agarrará justo cuando estés llegando a la orilla, y te revolcará con todo, llevándose consigo tu triste orgullo y la parte de arriba de tu bikini.
Sorpresas que afrontas o afrontas, asi necesites hacerte bolita unos días para ver cómo le haces.
Mis olas vinieron en mancha, una tras otra, pero lo bacán es que cada vez que tenía que meterme un pique, sentía que se iba sumando gente a mi lado. Unas veces para echarnos porras mutuamente y otras para reirnos por quedarnos semi calatos. Mis amigos son asi, están y saben que siempre estaré ahí para zambullirme con ellos. (Aunque posiblemente antes los haya cancelado con ir a la playa 35mil veces y no contestara mi celular otras 80mil).
Otra cosa que nunca entenderé pero siempre me resultará maravillosa, es que justo esos problemas son los que sirven para desempolvar amigos que creías perdidos, de esos de los que a veces te acuerdas cuando estás tomando y surgen las anécdotas de 5...6 años atrás, o cuando estabas en la universidad y eran como el pan y la mantequilla a tal punto, que tenían que haberles inventado el tórrido romance juvenil. De esos con los que te gastabas todo tu paquete de mensajitos de claro para hablarte mismo whatsapp y hoy, aunque ya no te hables hace cientos de miles de años (porque el tiempo los alejó lentamente o tú fuiste un asco de amigo), sabes que se irían a la tumba con tus secretos, tus rajes asquerosos y pasarían invictos por una tortura china, antes de confesar tus maldades.
Él volvió después de casi 6 años, y el único cambio que sentí en nuestra amistad de ahora, es la barba hipster que por fin se decidió a dejarse y el cambio de polos a camisas.
Creo que éste post fuera de ser un mea culpa termino siendo uno de infinito agradecimiento. Para ellas que han estado desde que usábamos ese horroroso uniforme plomo que luego pasó a marrón caca y hoy sé que no me las quitaría de encima ni agarrándolas a golpes. A esos otros que conocí varios años después pero que compensan antiguedad con su maravillosa forma de ser y estar, y los infaltables que vienen con la chamba, que sabes que así te vayas mañana mandando todo al diablo, se irán contigo en espíritu y seguirán igual de juntos aunque ya no haya cubículo sobre el cual mirarse las caras todas las mañanas.
Y sobretodo gracias a ti, por regresar justo cuando nadie te estaba llamando, pero siempre en el momento que más se te necesitaba.