Seguidores

sábado, 28 de septiembre de 2019

La primera mejor amiga de mi hijo

Santiago nunca fue al nido, Luis y yo terminamos escogiendo un colegio que, sin premeditarlo, comenzaba desde nursery (3 años) así que preferimos saltarnos el nido y que empiece de frente el cole.
Por lo mismo, Santi lloró desconsoladamente y como si le echaran ácido, los 2 primeros bimestres hasta que finalmente lo superó y fue feliz siendo un "rabbit". Hizo amiguitos nuevos, fue a todos los cumpleaños que pudo y tuvo la primera exposición bilingüe que jamás olvidaré (un speech de 19 palabras dichas de memoria y a la perfección. 20 si incluimos el "gracias" del final). 

Éste año Santi ya no lloró, aunque los chocolatearon para hacer los salones y entraron varios niñitos nuevos, le tocó con algunos rabbits y la misma miss que el año pasado, así que el tema fue mucho más relajado.
Desde el comienzo de año, Santi coincidía en las mesas con Valentina (chocolatean también los lugares donde los sientan cada semana) y desde que fuimos en Abril a entregarles sus diplomas por terminar su período de adaptación, noté que tenían una química muy tierna, que incluía maullidos de gatito, guiños y sonrisas cómplices ricotonas. Ésta química se fue haciendo más evidente con los meses, al punto que Luis la notó en su evento por el día del padre, la miss Luciana la resaltaba en nuestras reuniones bimestrales y hasta mi mamá y mi suegra quedaron fascinadas con "la amiguita Valentina" que no soltó a Santiago en toda la actuación por el día de los abuelitos. 

Fue así como Valentina pasó de ser el nombre que más se repetía en los personajes de juegos de Santi, hasta a ser la protagonista de todas sus aventuras en el cole y un día (que nunca olvidaré) me vi enfrentada a una realidad para la cual aún no estaba psicológicamente preparada: Santi prefería cuidar de Valentina a subirse a un inflable.
Ella le teme a las alturas y por ninguna razón iba a subirse a los inflables (que encima eran para niños de más de 6 años) osea tranquilamente ella los veía como de 300 metros de alto. Y a Santiago le apasionan los inflables, mientras más altos y con más probabilidades de desnucarse...mejor. Así que muy racionalmente le dije: "pero sube tú y ella puede esperarte abajo", a lo que respondió con todo un desprendimiento y amor que nunca jamás esperé: "no mamá no puedo. No puedo dejarla sola". 

En ese momento entendí dos cosas. La primera es que mi hijo ya sabe lo que es cuidar de otra persona y ponerla por encima de sus propios deseos por desnucarse dramáticamente en un inflable. Y la segunda es que ya tiene una mejor amiga, alguien que cuida y por la que se preocupa,  y aún los fines de semana busca saber que está feliz (no es broma, tengo audios para probarlo). Estaba lista para ésto? Jamás en la vida lo estaré, pero reconozco que es lindo saber que dentro de esas cuatro paredes, donde pasan 6 horas al día lejos de nosotros, ya tiene personitas que también cuidan de él y lo quieren, siempre y cuando eso no signifique subir a más de metro y medio del piso. 



martes, 6 de marzo de 2018

No estoy lista para el primer día de colegio.

Mañana Santiago empieza el colegio. A partir de mañana tendremos que llevarlo 8am para que entre solito a su salón de clases (porque los papás no pasarán de la puerta, INFELICES DESCORAZONADOS CARENTES DE EMPATÍA, QUE ME ENGAÑARON EN LA VISITA GUIADA) para quedarse ahí hasta mediodía y luego hasta la 1pm, que lo recogeremos y volverá a mis brazos maternales.

Tengo clarísimo que Santiago está listo, y sino lo está... será capaz de superar el proceso rápidamente y hasta consolar a sus futuros compañeritos para que no lloren. Lo conozco. 
Pero lo que es yo, aún sigo llena de preguntas. Primero, ¿ahora a quién llamaré si quiero saber de mi bebé? ¿Esto significa que no podré tener ningún tipo de update durante 5 horas de mi hijo? ¿Qué tipo de atención especial tenemos las mamás "control freaks"? ¿ninguna? ¿Dónde meto mi transtorno de ansiedad nivel VOY A MATAR A ALGUIEN señorita profesora? ¿DÓNDE? ¿Su dispensador de agua tendrá agüita de azhaar? ¿Rivotril de 2mg? Porque no lo parece... 

Hoy tuvimos nuestra primera reunión de padres, después de una tipo asamblea donde la Directora y todo el equipo de profesores y coordinadores se presentó y expusieron su plan para este año, pasamos a los salones de clases y pudimos hacer nuestras consultas. Yo, por supuesto, solo tenía una y la hice: ¨Si Santiago llora me dejarán quedarme con él un ratito?" (Traducción: Si yo lloro descontroladamente, me dejarán quedarme con él hasta que me sienta mejor? Osea para siempre?). 
Su profesora, (que para esto es el ser más dulce del universo, que suena más dulce que Annie la amiga de Candy y que con una sonrisa puede estarte diciendo que morirás torturado y te sonará como una linda noticia) me indicó entonces con una sonrisa traicionera que "No, ellos entran ya solitos mañana", entonces pude sentir claramente lo suspiros agobiantes de algunos padres... que como yo sabían que eso iba a ser entonces una complicación. Al toque los fiché con la mirada, ellos serán mis compañeritos emocionales, pude ver claramente la desolación en sus rostros paternales... Y sino, cualquier cosa, mañana entraremos en mancha, unidos como ganchos de los brazos, y nadie nos detendrá hasta que lleguemos al salón de los "rabbit" señores, NADIE.

Luis por su parte, aporta su grano de arena. Aunque él piensa que yo no me doy cuenta, se pone automáticamente en modo gracioso para aliviar un poco la tensión de su gran contenedor de ansiedad de 31 años que esta por explotar a su lado y provocar un viral que no parará hasta salir en El Comercio. Hoy por la mañana me hizo llorar de la risa en plena asamblea con sus comentarios y trata de no tocar mucho el tema de que mañana es nuestro día D. Pero aunque no lo mencione, yo sé que él también está estresado, que aún lo ve muy pequeñito para el colegio, que es aceptar que su compañerito de juegos ahora tendrá otros compañeritos para jugar, que "su mejor amigo" como Santiago siempre lo llamaba, ahora tendrá amigos de su edad, que ya no será exclusivo para él, que ahora, aunque odiemos la idea infinitamente, tendremos la casa vacía por las mañanas, sin gritos, ni risa, ni juegos... Que estos padres independientes, empezarán también la etapa escolar y lo único que queremos es un añito más de Santi en casa!  




miércoles, 13 de diciembre de 2017

Cutipaste

Siempre quise tener un blog.
Siempre he creído que mi ansiedad tiene mucho que ver con la cantidad enfermiza de pensamientos que tengo taladrándome y acaparándolo todo dentro de mi cabeza y hace unos años, vengo masticando la idea (necesidad) de volcarlos todos en alguna parte.
Este blog lo cree hace años: 2011 para ser exactos, año donde literal acababa de tocar un hermoso fondo existencial y comenzaba a ver ligeros y muy tenues trazos de lucesita en mi endeudada y entonces fracasada (sin comillas) vida.

"Cutipaste" viene de Jorge Drexler. (Por supuesto).
Antes de comenzar la canción "No voy a ser yo" con Kevin Johansen, Drexler dice "Pero yo creo que después es un poco de... cutipaste" y desde que la escuché, aunque no sabia qué carajos quería él decir con ella, me marcó para siempre.

El 2010 fue sin duda para mi el peor año de mi vida, hasta ahora. Y deseo de todo corazón que así sea para siempre. Ese año fracasé en muchísimas cosas (nuevamente sin comillas) y en lo que no, pues fiel a mi estilo y mis espectaculares habilidades para ello, me encargué de sabotear todo lo bueno que me quedaba y acabé con todo. Literalmente... no dejé nada. Maté, malogré y destruí todo, absolutamente todo a mi paso, hasta convertir mi vida, en un total limbo existencial con un panorama desolador y deprimente. Es raro porque recuerdo totalmente la sensación que tuve entonces y hasta ahora, me es bastante familiar: recién ahí, cuando noté que no quedaba nada, tuve una sensación cálida en la boca de mi estómago, una calma... si, ya no quedaba nada, ni bueno ni malo, pero esa NADA había matado de alguna forma mágica y maravillosa, toda la ansiedad que siempre llevaba a cuestas. Y eso, aunque hasta ahora nunca lo había dicho en voz alta y gracias a Dios ya no me pasa, me encantaba.

Ese año caminé muchísimo. Caminar en cantidades extremas, siempre ha sido como un ritual para mi. Lo hago cuando no puedo más con mi ansiedad, cuando mis pensamientos son más pesados que mi misma, cuando tengo estas etapas interminables de insomnio, cuando quiero simplemente destruirlo todo en mi vida a patadas y cuando por supuesto: no tengo un mango donde caerme muerta. Bueno, en el 2010 era todo lo antes mencionado (y más).
Ese año caminé y caminé, usaba todos los días casi siempre la misma ropa porque hasta pensar qué demonios ponerme al día siguiente me valía madres y me dediqué a simplemente pensar en nada.
Ese año había salido el disco "Amar la trama" de Jorge Drexler y como lo habría descrito en mis no tan buenos tiempos: lo quemé tan brutal y despiadadamente, que hasta podría considerarse una falta de respeto al músico. Lo hice y no me arrepiento. Lo hice y lo volvería a hacer mil quinientas veces.

Desde entonces Jorge Drexler tiene este como "don" inexplicable de calmarme de forma casi mágica e instantánea. Aún hasta puedo recordar cómo mis pasos iban al son de "amar la trama más que el desenlace", esquivando carros que no podía oír gracias a mis potentes audífonos y saltando por la verma central de todo San Borja Sur... 

He tenido etapas densas, su par de momentos cada año donde hasta siento que nunca más volveré a dormir, donde el insomnio y la ansiedad vienen a comerme viva en plan de 5 tenedores y ahí siempre está él... guardado como en aquellos años en mi ultra nuevísima ipod nano (de esquinas redonditas) y hoy metido en su completa discografía descargada en mi cuenta de Spotify. Como la mejor pepa ansiolítica de todas, como la mejor terapia, como un cocktail de rivotril de 2mg mañana, tarde y noche.

Creo que ahora entiendo un poco más de a lo que se refería Drexler antes de que suene la guitarra eléctrica en el segundo 0:04 de esa canción... ese "cortar y pegar de la vida" que tenemos que hacer todos para sobrevivir, para lidiar con nuestros demonios, amores y alegrías... para que por no olvidarnos de nada, cortamos lo extra y pegamos lo bueno, cortamos lo que nos angustia, lo que nos da dolor de panza y pegamos encima asi sea con baba. De esto se trata un poco la vida, de descubrir ese "Jorge Drexler" que tenemos todos en algún lado de este universo, y "quemarlo" cada día sin vergüenza y cuantas veces sea necesario. De "fracasar" (ahora si con comillas) porque ya a estas alturas por fin entiendo que nada es fracaso, todo sirve, todo suma... así sea para el "cutipaste".

Bienvenido al blog, nuevamente.



lunes, 15 de junio de 2015

Mi última carta de renuncia

Hoy, hace exactamente un año, me atreví a patear el tablero, llenarme de valor y ponerme a redactar lo que hasta el momento ha sido, y espero que siga siendo, la última carta de renuncia a un trabajo.
Mi trabajo me gustaba, no me hacía infeliz, no me levantaba con ninguna nube negra sobre mi cabeza ni odiando mi completa existencia; cosa que si me sucedió antes en diferentes trabajos (por no decir en casi todos) y en niveles de autodestrucción muy distintos. 
Me gustaba lo que hacía, la chamba me quedaba cerca, el horario no era una locura, no ganaba mal... Así que no fue un tablero que patee y luego recogí para destruirlo en mil pedazos que luego me comí hasta no dejar ningún rastro de ellos. Fue un tablero que más que otra cosa, patee quedito, y luego lo colgué por ahí para tenerlo de recuerdo.

Ser independiente es algo que siempre había querido ser, pero que (ahora me doy cuenta) no tenía ni la más puta idea de lo que realmente significaba. Estaba enamorada de las típicas frases cliché y el rollito ese que está tan de moda del ser "realmente feliz, haciendo lo que a uno realmente le gusta..." y todo el refrito de los lunes no son lunes cuando uno hace lo que lo apasiona. 
Pero para lo que si me sirvieron todo esos videitos inspiracionales y memes en facebook, fue para atormentarme lo suficiente cada noche, hasta que un día, luego de muchos días sin poder dormir, llegué a la oficina, prendí mi laptop y muy conchudamente, me tomé 30 minutos de mi horario de trabajo, para informarle a mi jefe, en un word bien formateado, que releí un trillón de veces, que trabajaría hasta quincena de Julio.

Yo no quería saber nada con el mundo, acababa de hacer aquello que tanto miedo me había dado hacer, ¡olvídate! ya estaba todo hecho, a partir de ahora sería REALMENTE FELIZ, porque como dicen los libros, ese primer paso, el más difícil, por fin ya lo había dado. 

Bitch please...

Volverte independiente es la cosa más traumante que puedes experimentar en toda tu vida. No, corrección: Volverte independiente, con un plan de vida mediocre, conformado por 95% sueños cojudos y 5% optimismo de que ahora que eres libre y feliz todo estará bien... Es prácticamente un disparo en la cien. Pues te vas estrellando escalón por escalón con que cada una de esas frases, perfectamente diseñadas para que te las tragues enteritas, son una realidad completamente diferente, donde si eres débil de espíritu o no te gusta dejar tu zona de confort, terminas hecho bolita todas las noches, odiándote a ti mismo y a tu nueva y muy extrema pobreza.

Fue así que el "Quiero manejar mi propio horario, odio el horario de oficina", me hizo darme cuenta de lo haragana que era. Cuando ya no había despertador, ni marcador en la puerta, era yo contra mi misma y mi enorme flojera. Yo contra mi "media horita más" por las mañanas y el clásico "si acabo de renunciar, me tomaré una semanita de vacaciones primero y fijo comienzo con todo en 7 días".
Como ya no había un Jefe, un Directorio, no más Comités... me tuve que dar cuenta de mi propia realidad, que era pésima organizando mi tiempo, en planeamiento de mi propia vida jalaba con 05 y mi capacidad de respuesta frente a las crisis era vergonzosa.
Y sumado a todo esto, exactamente 45 días después de este gran paso y en medio de toda esta lucha interna por retroceder nunca, rendirme jamás... un test de farmacia me dio positivo y me indicaba que la cosa estaba aún más jodida de lo que yo creía y esta vez solo había una forma de proceder: O hacía que esto funcione o hacía que funcione. Punto. No había más.

Y fue así como mi carta de renuncia, que por cierto nunca fue del todo aceptada por mi maravilloso ex Jefe / actual cliente, se convirtió en lo que ahora prácticamente destino la mayoría de mi tiempo y de donde vienen una gran parte de mis ingresos. Desperté a la freelancer que llevaba dentro y me ayudó a conocer habilidades que antes mantenía dormidas porque nada tenían que ver con las chambas que conseguía (donde siempre hacía exactamente lo mismo) y aprendí que tú puedes renunciar a todo por una idea que te enamoró desde un inicio, pero no necesariamente esa va a ser la idea que te va a llevar al éxito, es más, probablemente vas a tener que verla morir cien veces y rediseñarla otras mil, o como me pasó a mi, terminar desarrollando otras que en el camino te apasionaron más y te generaron mayor retribución y terminas entendiendo que la función de esa primera idea era precisamente eso, ser el empujoncito que necesitaste para dar el primer gran paso de lo que ahora es tu nueva vida.

Así que feliz año a mi. A la Carla independiente que casi se pegó un tiro 1500 veces el año pasado y comprendió que un trabajo es mucho más que una eps, una grati y unas utilidades (aunque a veces todavía en Marzo, Julio y Diciembre reconozco que mi corazón se hace pasita). Ahora volteo a ver en los ojitos de mi pequeño bodoque el verdadero significado de la frase "Todo pasa por algo", porque si ese 15 de Julio no hubiese sido mi último día como empleada dependiente, exactamente el próximo Lunes estaría regresando contra mi voluntad a la chamba porque mi dichosa licencia por maternidad ya habría terminado. 












miércoles, 14 de enero de 2015

mea culpa 2015

Mi punto fuerte nunca ha sido ser una buena amiga, hago lo que puedo, pero sé con completa seguridad que podría hacerlo muchísimo mejor. Gracias a Dios, y porque solo él debe pensar que me lo merezco, tengo (y por consecuencia de mis actos) pocos amigos, pero que valen como medio millar y del tipo: A recontra 1 mega VIP con escarchita en los bordes, casi santos, épicos, anormales.
Anormales porque con los años han aprendido a quererme a pesar de mi extraña forma de querer, de mi actitud radioactiva ante el drama, de mis problemas para expresar amor físicamente, de mi sarcasmo y mi filosofía por "dejarte ser" que en verdad cualquier mortal podría interpretarlo como un "me vales 3 madres" pero ellos no, ellos saben leer entre mis conflictivas líneas, saben cuanto los quiero y me esperan justo después de mis puntos aparte.

Hace poco una de ellas me dijo: "mis amigos los puedo contar con los dedos de una mano, tú tienes la suerte que al menos necesitas las dos". Y es verdad, el año pasado estuvo lleno de sorpresas para mi, de esas que son como las olas enormes que a veces se arman cuando estás en el punto medio entre el casi tsunami y la orilla donde está tu mami gritando horrorizada "oooolaaaaaa!". De esas donde así te estés orinando del miedo, sabes que lo único que se tiene que hacer es correr con todo el pique que puedas hacia la ola misma para zambullirte debajo y sobrevivir, sino te agarrará justo cuando estés llegando a la orilla, y te revolcará con todo, llevándose consigo tu triste orgullo y la parte de arriba de tu bikini.
Sorpresas que afrontas o afrontas, asi necesites hacerte bolita unos días para ver cómo le haces.

Mis olas vinieron en mancha, una tras otra, pero lo bacán es que cada vez que tenía que meterme un pique, sentía que se iba sumando gente a mi lado. Unas veces para echarnos porras mutuamente y otras para reirnos por quedarnos semi calatos. Mis amigos son asi, están y saben que siempre estaré ahí para zambullirme con ellos. (Aunque posiblemente antes los haya cancelado con ir a la playa 35mil veces y no contestara mi celular otras 80mil).

Otra cosa que nunca entenderé pero siempre me resultará maravillosa, es que justo esos problemas son los que sirven para desempolvar amigos que creías perdidos, de esos de los que a veces te acuerdas cuando estás tomando y surgen las anécdotas de 5...6 años atrás, o cuando estabas en la universidad y eran como el pan y la mantequilla a tal punto, que tenían que haberles inventado el tórrido romance juvenil. De esos con los que te gastabas todo tu paquete de mensajitos de claro para hablarte mismo whatsapp y hoy, aunque ya no te hables hace cientos de  miles de años (porque el tiempo los alejó lentamente o tú fuiste un asco de amigo), sabes que se irían a la tumba con tus secretos, tus rajes asquerosos y pasarían invictos por una tortura china, antes de confesar tus maldades. 
Él volvió después de casi 6 años, y el único cambio que sentí en nuestra amistad de ahora, es la barba hipster que por fin se decidió a dejarse y el cambio de polos a camisas.

Creo que éste post fuera de ser un mea culpa termino siendo uno de infinito agradecimiento. Para ellas que han estado desde que usábamos ese horroroso uniforme plomo que luego pasó a marrón caca y hoy sé que no me las quitaría de encima ni agarrándolas a golpes. A esos otros que conocí varios años después pero que compensan antiguedad con su maravillosa forma de ser y estar, y los infaltables que vienen con la chamba, que sabes que así te vayas mañana mandando todo al diablo, se irán contigo en espíritu y seguirán igual de juntos aunque ya no haya cubículo sobre el cual mirarse las caras todas las mañanas. 
Y sobretodo gracias a ti, por regresar justo cuando nadie te estaba llamando, pero siempre en el momento que más se te necesitaba.


 









martes, 28 de octubre de 2014

La dulce espera de una tía

Cuando mi hermana se casó y andaba preparándolo todo para su matrimonio, recuerdo que la hostigaba emocionalmente haciéndole interdiario la misma pregunta. Pregunta que no cesó la noche de su matrimonio, antes de irse de luna de miel, cuando regresó de su luna de miel y el primer par de años que le siguieron a su joven, fresco y amoroso matrimonio: "¿Cuándo me vas a encargar una sobrina(o)?".
Recuerdo que cuando ella vino de su luna de miel, con su bronceado caribeño, mostraba las fotos y contaba los detalles y yo solo quería saber si en ella, habían producido a mi sobrina. También me acuerdo que cuando hacía planes de volver a viajar con mi cuñado, o la ascendían en su trabajo, o venía si quiera con una pequeña novedad de que harían cambios en su vida, yo pensaba en voz alta, cómo es que todos estos cambios se mantendrían cuando llegara mi sobrina. Mi objetivo era claro, quería, deseaba y necesitaba a mi sobrina. No en un par de años, no "cuando ambos estén 100% seguros", quería a mi sobrina y la quería ya.

Un día mi celular sonó mientras me estaba peleando con la impresora de la oficina, eran como las 2 y algo de la tarde (lo recuerdo porque la oficina estaba vacía, porque casi nadie volvía de almorzar) y hasta dudé de responder la llamada, porque era mi hermana y andábamos medio peleadas, para variar. "Carla", me dijo con una voz algo nerviosa, "no sabes... por fin vas a ser tía", recuerdo que en ese momento olvide donde rayos me encontraba y le subí todo el volumen que quise a mi tono de voz. Solo hablamos un par de minutos, me dirigí a mi sitio, esperé sentada a que llegara mi jefe de almorzar, le expliqué la situación y me fui corriendo a su casa. 
Lo que le siguió a eso fueron meses hablándole a su panza y sobandola como a un buda cada vez que necesitaba suerte. En esa época andaba saltando de trabajo en trabajo y buscándole en cierta forma, un sentido a mi vida y soy fiel creyente que mi sobrina, partió el pan con el que venía bajo el brazo, para darme la mitad.

No existe nada, absolutamente nada en el universo, que sea más especial e increíble que estar parado detrás de esa luna que separa tus lágrimas de emoción de esos bebés recién nacidos y que en eso, en el momento en que estabas a un paso de meterte a patadas a la sala de operaciones exigiendo una explicación, saquen a un bodoquito de carne y te lo muestren como un trofeo de guerra. En ese preciso momento mi vida se separó en 2: La Carla que era antes del bodoque y después de ver a mi bodoque. Me queda claro que ser madre debe ser el doble o hasta el triple de increíble, pero ser tía y estar presente mientras crece esa panza desde donde nacerá esa personita gracias a la cual te ganas ese título, no tiene precio.

Rafaella ahora es una niña grande de casi 4 años, he estado en todos sus momentos importantes y en los que le importaba un poroto que estuviera. Hemos pasado por etapas donde me veía hasta en la sopa, luego me tuvo que dejar de ver tan seguido y me castigó con el látigo de su indiferencia y ahora que hasta almorzamos juntas todos los días y me pide que me quede un rato a jugar.

Mi segunda sobrina ya está próxima a salir del horno y Rafaella ya está armando su ejército y empadronando a aquellos por los cuales no negociará y no compartirá su cariño, ni a palos, con su hermana. Sabe que la competencia está a la vuelta de la esquina y habrán cambios... aún no sabe de qué magnitud, pero los habrá y eso no le gusta. 
Yo solo marco los días para volver a vivir esa cuenta regresiva detrás de esa ventana, esta vez no tendré que ir caminando a la clínica y le compraré a mi hermana el regalo de flores y peluches más grande que tenga la florería. 4 años atrás estaba rearmando mi vida laboral y no tenía un centavo en los bolsillos, pero esta vez no solo tendré todo mil veces más ordenado y mejor, sino que además esperaré con el mejor de mis regalos bien agarradita de mi mano.



jueves, 22 de mayo de 2014

Gracias mamá.

Mi mamá siempre ha sido una mujer muy práctica.
Cuando no quería comer, no me gritaba, ni me amenazaba. Solo me daba una indicación clara: De esa mesa no te paras hasta que termines. Recuerdo una vez que hizo que le alcanzaran sus almohadas porque llevaba como 3 horas y media sentada en la mesa conmigo mirándome, limándose las uñas y conversando por teléfono… y yo aún no terminaba mi comida pero para entonces por supuesto, ya estaba congelada.
Cuando me rompieron el corazón por primera vez, nunca me dijo que eso nunca me volvería a pasar, sino todo lo contrario: “Esto va a pasarte más veces conforme vayas creciendo… y posiblemente te duela mucho más que ahora, pero te prometo que siempre se te va a pasar y a veces, más rápido de lo que esperas” (Y es cierto, a veces hasta te sientes mal de lo rápido que se te pasa).
Cuando actué mal, no se escandalizó jamás, ni me levantó un solo dedo acusador y me echó imaginariamente a las llamas del infierno (es más, nunca metió a Dios en nuestros asuntos, ni me dijo que bajaría de los cielos a castigarme y mandarme al rincón). Por el contrario, me contó del Karma y el equilibrio que tiene por default este universo (gran enseñanza) y con una risita sarcasticona y de medio lado, sentenció: Cuando te hagan lo mismo, que lo harán, te acordarás de este momento ¡Y no vale llorar!

Conforme fui creciendo la veía de mil maneras diferentes. Primero como la mujer invencible y dulce. De niña, mi mamá era como un osito cariñosito. De adolescente mi “bulleye” favorito a quien me gustaba darle justo en el punto donde más le doliera, el tema es que mi mamá nunca jamás fue una madre sufrida… Entonces, cuando lanzaba, según yo, mis frases hirientes que la destruirían hasta morir del dolor, mi madre rebuscaba entre su repertorio de sarcasmo y respondía a quemarropa, sin asco ni reparo alguno, manteniéndome siempre la mirada desafiante y enseñándome que nunca, así cumpla 1000 años, podré con ella. JAMÁS.
Los gritos irrespetuosos de adolescente hormonal me los bajaba decibel por decibel, acortando la distancia entre nosotras paso a paso, muy lentamente: A mayor el volumen de mi grito, más se me acercaba… y yo sabía muy bien qué pasaba cuando ella llegaba a donde yo estaba parada. Las tiradas de puerta se curaron abriéndolas y colocándose estratégicamente a solo 3 centímetros de mi nariz… y como matón italiano de primera clase, susurraba claramente mirándome a los ojos: A MI-NO-ME-TIRAS-LA PUERTA-EN LA CARA ¿ENTENDISTE?
Ahora, aunque tenemos nuestros ratos y nos gusta discutir como quien recuerda esos viejos tiempos de adolescencia que ya no volverán, desarrollamos un estilo de relación a lo “roomates”. Nos repartimos los gastos de la casa, nos avisamos de programas de TV para que la otra cambie “rápido!” y nos sorteamos quién tiene que cocinar los domingos o la pone para pedir algo. Ahora, a mis 28 años, mi mamá es una mezcla de oso cariñoso de ojos rojos, esos que mientras duermes se le prenden de la nada como si estuvieran poseídos y aunque te acompañan al dormir y cuidan tus sueños… sabes muy bien que tienen la capacidad de acabar contigo ante tu descuido.

Mi mamá no es sacrificada cuando es momento de engreírla, si le preguntas qué quiere que le regales, nunca te dirá que tu cariño, te dará su lista de deseos y los lugares donde puedes encontrarlos con completa facilidad, total… tu cariño le regalaste tooooooda tu niñez mamita. Ya tiene bastante.
Pero si de real sacrificio se trata, mi madre es una DIOSA ESPARTANA. Cuando las cosas se le pusieron difíciles un buen día, se secó las lágrimas, se levantó de su cama, pidió un préstamo (que seguramente pagó en 100 años), se compró su tico y lo pintó de amarillo, agarró a su hija da 6 años y la otra de 12 y se puso a hacer taxi, movilidad y si hubiese podido convertirlo en tienda portátil, seguramente vendía dentro sus postres y menús que por años entregaba a delivery. Era un madre Unique, hizo corretaje un tiempo y de alguna forma, a mi nunca me faltó nada, ni siquiera un solo útil escolar para estudiar en mi maravilloso y respetable colegio particular que quedaba (y queda hasta ahora) en Chacarilla del Estanque.

Yo no tengo idea cómo seré cuando sea mamá y si tendré la suerte de heredar todo ese coraje infinito con el que nació y que hasta el día de hoy no se le acaba. Solo sé que puedo asegurar una cosa: Si algún día mi hija viene a contarme que odia su trabajo o alguna elección que tomó, hoy la hace miserable, le diré exactamente lo mismo que mi mamá me dice hasta ahora cuando voy a echarme a su lado a preguntarle si puede asfixiarme con su almohada: Haz lo que te haga feliz Carla, la vida es demasiado corta para estés en un trabajo que no te gusta… Despertándote temprano todos los días para hacer cosas que no te llenan… Estudiando algo que no te convence… Aguantando cojudeces de terceros que no te conocen… O tratando de tener una vida que no va contigo”.


Gracias mamá.